domingo, 6 de mayo de 2018

🕸 Evita Perón: historia de una profanación 🕸

No hay domingo que falte a mi cita con el misterio, no puedo perderme Cuarto Milenio jamás. Algunos temas de los que tratan me suelen interesar más que otros, sobre todo los relacionados con los espíritus, el Más Allá y el fenómeno paranormal en general. Pero sin duda uno de los últimos temas que trataron, y que para nada tiene que ver con fantasmas, fue la historia de la profanación del cadáver de Eva Perón, algo que desconocía y que me extremeció tanto que aquella noche apagué la televisón y me fui a dormir con tan mala sensación que hasta tuve pesadillas. Vamos a repasar brevemente la biografía de esta mujer. 

Eva Duarte nació el 7 de mayo del 1919 en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, mañana cumpliría 99 años.  Cuando era una adolescente se lanzó a la aventura y viajó ella sola a la capital argentina con el propósito y la ilusión de convertirse actriz. En 1936 se hizo con un pequeño papel en la compañía de Eva Franco y unos años después comenzó a actuar haciendo radioteatros. 


Tras unos años trabajando como actriz en el año 1944 conoció a Juan Domingo Perón, militar, político, escritor y presidente argentino, fundador del movimiento peronista. Su romance fue público y notorio. El 17 de octubre de 1945 la pareja contrajo matrimonio y con solo 26 años Eva se convirtió en La Primera Dama. A partir de entonces la joven asume un protagonismo inusual e infrecuente en la sociedad para una mujer de aquella época. Para muchos ella convirtió las esperanzas de la mayoría del pueblo argentino en realidades, puesto que jamás olvidó sus orígenes humildes y las carencias que sufrió cuando de era una niña. Se volcó con los más necesitados y eso la llevó a ejercer como misnistra de salud y trabajo. Convertida en un ídolo de masas también tuvo detractores que la criticaron por cosas como mostrar opulencia ante los más desfavorecidos. También fue la artífice del voto femenino en 1947, mismo año en el que protagonizó la portada de la importante revista "Time".


La abanderada de los humildes desató tanto odio como admiración y por cierto tiempo fue una de las mujeres más poderosas del planeta, pero pronto su éxito se teñiría de negro cuando enfermó gravente de cáncer. Llegó a declarar sobre su estado de salud: "Soy demasiado pequeña para soportar tanto dolor". La Primera Dama argentina falleció de cáncer de cuello de útero a la edad de 33 años y tras su muerte nació el mito y la leyenda de "Evita".

Era una mujer muy menuda y la enfermedad la consumió hasta quedar en los huesos, sólo pesaba 37 kilos y apenas se podía sostener de pie. Aun así pudo pasear al lado de su marido por Buenos Aires en el descapotable presidencial, eso sí, sujeta "dicen" a un citurón metálico, con un soporte de yeso y dopada de morfina. Poco antes de morir, y en secreto, le fue practicada una lobotomía prefrontal como parte del tratamiento contra el dolor. El 26 de julio de 1952 fallece y dos millones de argentinos desfilan ante el féretro de La Primera Dama para darle su último adiós, aunque sus restos no descansarían en paz hasta muchos años después. Por orden del presidente, su cadáver fue embalsamado por el doctor y anatomista español Pedro Ara , un lento proceso que le llevó casi un año entero realizar. Por un tiempo la sumergió en unas extrañas piscinas que había mandado construir para ello y en julio de 1953 lo guardaron en la CGT (Confederación General del Trabajo de la República Argentina), pero muy pocas personas podían verlo. La conservación le dio un aspecto al cadáver como el de una muñeca dormida y algún enfermo llegó incluso hasta mantener relaciones sexuales con la momia de Eva. 


Tres años después se produjo un levantamiento de la oposición en contra del gobierno de Perón lo que precipitó su salida del país al exilio, quien se refugió en España, concretamente en Madrid. Los restos mortuorios de Evita, todavía sin sepultar, quedaron en tierra de nadie. En 1955 su cuerpo fue secuestrado por el perturbado coronel Moori Koenig , jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército. Fue sacado de la CGT y posteriormente del país, permaneció 16 años oculto, 14 de ellos enterrado bajo una falsa identidad en un cementerio de Milán (Italia) al que viajó de manera clandestina. 

El presidente Pedro Eugenio Aramburu había dado la orden de que el cuerpo de Evita Perón debía de desaparecer por miedo a que los peronistas se hicieran con el y lo pudieran utilizar como símbolo político. Moori Koenig, desoyendo la instrucción del presidente, quien pidió darle cristiana sepultura en secreto, sometió a la muerta a inumerables y rocambolescos viajes en furgoneta por toda la ciudad de Buenos Aires, escondiéndolo por todos los rincones de cuantos edificios públicos y no públicos había. Incluso lo llegó a depositar en el desván de la casa de su segundo, el mayor Arandía, que en una noche de terror y creyendo que la resistencia peronista había entrado a su casa para llevarse a Evita, mató a tiros a su propia mujer que estaba embarazada. 

Moori Koening se obsesionó con el cadáver de Evita hasta el punto de que llegó a esconder el féretro en su despacho personal, lo que le permitiría poder manosearlo y practicar la necrofilia. Los rumores de estas terribles y enfermizas prácticas llegaron a oídos de Aramburu que tras mostrar una  profunda consternación inmediatamente reemplazó a Koening. Los militares mandaron fabricar tres muñecas de cera, réplicas del cuerpo de Eva, para despistar a los peronistas y poder sacarla del país. Se cree que durante los años 60 hubo al menos cuatro "Evitas" Perón enterradas en distintos cementerios de Europa.  


Hasta la llegada del dictador militar argentino Alejandro Lanusse, (1971 a 1973), los restos mortuorios de Evita, enterrados clandestinamente en un cementerio de Milán y bajo una falsa identidad con la complicidad del Vaticano, no le fueron devueltos al expresidente Perón. El 3 de septiembre de 1971 por fin llegan al chalet en Puerta de Hierro, Madrid, donde Juan Perón residía junto a su tercera mujer María Estela Martínez de Perón, más conocida como Isabelita Perón

El chalé de Puerta de Hierro, en el que años más tarde viviría el exfutbolista Jorge Valdano, se convirtió en el centro de un extraño culto esotérico a Evita. López Rega, apodado "el brujo", un personaje de extrema derecha que fue ganando poder en el círculo de Perón, practicó extraños exorcismos con el cuerpo de Eva como por ejemplo traspasar su alma al cuerpo de Isabelita, futura presidente de los argentinos. Cuentan que Isabelita Perón le compraba ropa al cuerpo de Evita en El Corte Inglés, la vestía, la peinaba y le ponía sus joyas. Fue ella misma quien el 17 de noviembre de 1974 devolvió el cuerpo de Eva a Argentina y lo ubicó en la quinta presidencial de Olivos; ese mismo día también apareció el cadáver del expresidente Aramburu que los Montoneros retenían. El gobierno comenzó a proyectar el Altar de la Patria, un gran mausoleo que albergaría los restos de Juan Perón y Eva Duarte de Perón hasta 1976, cuando otro golpe de estado la sacó de allí. Finalmente, tras todo este macabro teje maneje los restos fueron devueltos a la familia Duarte y sus hermanas la enterraron en el cementerio de la Recoleta donde en la actualidad descansa en paz. 







1 comentario:

  1. Madre mía, ¿pero cómo podía haber gente tan pirada? No digo que ahora no la haya, pero hacer estas cosas con un cadáver no está a la orden del día afortunadamente...
    Este capítulo de Cuarto Milenio me lo perdí.

    .Estelle.

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