jueves, 3 de abril de 2014

✪ El HMS Serpent y el cementerio de los ingleses ✪


El HMS Serpent fue un acorazado de guerra de la Marina Real Británica construido en 1885. El buque pertenecía a la clase Archer, una serie de ocho cruceros torpederos, armado con ocho cañones de 3 libras, seis cañones de 6 pulgadas, más cinco tubos lanzatorpedos. Fue botado al mar el 10 de marzo del año 1887. Medía 70 m. de eslora, 4,5 m. de calado y casi 11 m. de manga.

El día 8 de noviembre del año 1890, el HMS Serpent zarpó del puerto de Plymouth (Reino Unido) con 175 tripulantes a bordo y con rumbo a Sierra Leona. El peso del armamento del buque lo hacían muy inestable para la navegación, se balanceaba demasiado cuando había mucho oleaje, por este motivo, tanto el comandante Harry Leith Ross como sus oficiales mostraron su malestar e inquietud antes de partir. 

El HMS Serpent navegaba muy cerca de la Costa da Morte (A Coruña) tras ser zarandeado por un fuerte oleaje provocado por una tormenta. El temporal amainó, pero el cielo estaba muy encapotado y lloviznaba, lo que dificultaba la visibilidad. El teniente Richards no fue capaz de avistar la posición del sol para situar con precisión al buque en las cartas náuticas, pero a pesar de ello continuaron su rumbo sin lanzar las sondas para medir la profundidad del fondo y poco después se desató la tragedia. 

La noche del 10 de noviembre el casco del Serpent encalló en las rocas a una velocidad de nueve nudos, a 600 metros de la costa. Logró mantenerse en la superficie durante algo más de una hora, pero los intentos para abandonar el buque fueron infructuosos. El comandante mandó librar los botes, pero al ser de madera, los golpes de mar los destrozaba, haciéndolos astillas contra las piedras. Sólo tres marineros (Luxon, Gould y Burton ), que llevaban puesto el chaleco salvavidas, lograron sobrevivir al naufragio. 

Durante días e incluso meses el mar estuvo arrojando cadáveres mutilados a la costa y al arenal de Trece. Los vecinos y el párroco de Xaviña (Camariñas) fueron los encargados de recoger y dar sepultura a los tripulantes del desafortunado buque británico. Todos fueron enterrados en un pequeño cementerio, al principio improvisado y posteriormente consagrado como tal.




El cementerio es un recinto abierto, construido en piedra y fue bautizado como el "Cementerio de los ingleses". Está enclavado en la costa, frente al mismo lugar en el que se hundió el barco y, aunque es sencillo, el paisaje que le rodea lo hacen hermoso. El comandante Ross y los oficiales fueron enterrados en el habitáculo interior, una especie de mausoleo, mientras que el resto de marineros se encuentran en el recinto exterior. Un monolito recuerda a todas las víctimas del mar que perecieron en la zona. 

La reina Victoria, muy agradecida con todos los habitantes del lugar, regaló un reloj de oro al alcalde de la localidad, un barómetro para el pueblo, treinta libras para todos los vecinos que ayudaron voluntariamente tanto en el rescate como en el enterramiento de los cuerpos y una escopeta de caza al párroco de Xaviña. Hoy en día se puede observar el barómetro en una de las fachadas del pueblo de Camariñas (A Coruña).

Durante muchos años un barco de la Marina Real Británica se acercaba hasta las inmediaciones para homenajear a los náufragos del Serpent, disparaban salvas y lanzaban una corona de flores al mar en su memoria. 

Situado entre Camelle y Camariñas, es un lugar muy marcado por la tragedia, que ya había vivido otros naufragios. Siete años antes un vapor inglés también había encallado contra las rocas provocando la muerte de 37 de sus 38 tripulantes.


La Costa da Morte (Costa de la Muerte) fue acuñada así por la escritora inglesa Annette Meakin (“Coast of Death”), horrorizada por los terribles naufragios acaecidos a finales del siglo XIX, quien escribió:
<< La linea de costa formada por estas rías y las pequeñas ensenadas hacia el norte de ellas son tan peligrosas para los barcos que los marineros les llaman “la costa de la muerte”. Muchos buques ingleses se perdieron en esa costa, de hecho, dos barcos de nuestras orillas encontraron allí su perdición en 1907. Una reforma que Inglaterra demanda desde hace tiempo parece que al fin se va a llevar a cabo. El señor Besada, ministro de Obras Públicas y uno de los hombres más eminentes del partido conservador está dando instrucciones para la instalación de boyas luminosas y señales de humo en los puntos más peligrosos. Una comisión de ingenieros ha sido designada para estudiar la cuestión. Es aquí donde las olas furiosas, creciendo como levadura, rompen sobre rocas medio escondidas y, alcanzando una fabulosa altura, caen sobre ellas con el ruido del trueno incluso con el tiempo más tranquilo. Es aquí donde los cadáveres de desafortunados pescadores son tan frecuentemente arrastrados a la orilla que los periódicos locales anuncian el suceso casi sin ningún comentario. >>