martes, 5 de octubre de 2010

✪ El Origen de las Brujas 2ª parte ✪


 La mentalidad de los hombres de aquellas épocas pretéritas y machistas del siglo XV, no concebía el hecho de que un grupo de mujeres se reuniera por las noches, ya fuese para charlar, danzar bajo el influjo de la luna llena o compartir juntas una madrugada de excesos, júbilo y risas. El cristianismo, tachaba todas estas acciones de inmorales y pecaminosas. 

Heinrich Kramer (prior del monasterio dominico de Schlettstadt, ciudad de la baja Alsacia e inquisidor de Tirol, Salzburgo, Bohemia, y Moravia) y ]acobus Sprenger (monje dominico de origen alemán), fueron sumos inquisidores encargados de perseguir y castigar a los herejes y a todo aquel que practicara cualquier tipo de esoterismo pagano. Ellos fueron los autores en  el año 1486 del tratado medieval “Maellus Maleficarum” o “Martillo de las Maléficas”. Este documento escrito, es la obra más importante publicada en torno a la "caza de brujas" y la histeria brujeril de los tiempos del Renacimiento. El primer ejemplar editado nace en Alemania para poco después irse difundiendo por todos y cada uno de los rincones de Europa. De hecho, existieron docenas de ediciones.

Kramer y Sprenger, afirmaban en el libro que gracias al Papa Inocencio VIII, habían sido dotados de un poder especial para procesar a las brujas como se merecían. A partir de entonces, se establece un acoso y vil hostigamiento sin tregua alguna. Una serie de castigos, torturas y martirios inhumanos, demasiado injustos...

Toda mujer sabia, sanadora o curandera, era observada bajo un odioso prisma y solamente por poseer cualquiera de estos "dones" o alguna cualidad especial, eran consideradas brujas malvadas y peligrosas para la sociedad. Cómplices, súcubos y amantes de Satán.

Hombres (en menor medida pues se los identificaba más con el arte de la prestidigitación y la sabiduría), mujeres e incluso niños por el simple hecho de aspirar al conocimiento, por su condición sexual  o por las envidías de otros, fueron diezmados y se vieron sometidos por los ideales ortodoxos, misógenos y aberrantes de aquellos hombres que se decían de "verdadera fe".

Tomás de Torquemada. Inquisidor General de Castilla y Aragón en el siglo XV

A continuación, algunos de los instrumentos (no todos porque sino ya es que me daba algo) que estos desalmados sin sentido, utilizaban para torturar antes de la muerte a sus víctimas. 

Primero citaré la horca, la hoguera, la flagelación o el azote público, la crucifixión, el arañado, el aplasta cabezas, el aplasta piernas y el aplasta pulgares... Creo que estos no  hace ni falta describir en qué consistían...

El bastinado, básicamente se trataba de azotar a los herejes en las plantas de los pies. Y refiriéndonos a esta misma parte del cuerpo, por otro lado, estaba el cepo o cepo chino.  

El cepo chino era una caja generalmente de madera en la que se introducían los pies del torturado para ser prensados y aplastados con el  girar de una manivela. El dolor del prisionero, aumentaba gradualmente desde una simple sensación de presión en el pie, hasta convertirse en un dolor insoportable acompañado de la total trituración ósea podal.     

Uno de los más conocidos es el cinturón de castidad, éste era un cinturón o braga de hierro que se cerraba con llave y que a algunas mujeres de la Edad Media se las obligaba a usar para evitar posibles infidelidades o deslices en el matrimonio... En fin...


El cinturón de San Erasmo, consistía en una especie de collar (en ocasiones cinturón y en otras brazalete) que se le ponía al  acusado. Este artilugio estaba  dotado de  unos afilados pinchos en la cara interior y arañaban la piel con cada pequeño movimiento. Estos  pinchos, surtían efecto con la misma respiración de la persona. El proceso de tortura era progresivo y bastante lento, pero eficaz. Producía un dolor lacerante, seguido de la infección de las heridas, su putrefacción y la posterior gangrena. Hasta se dice que los verdugos, utilizaban gusanos carnívoros que introducían dentro de  las llagas para que royeran la carne hacia el interior.


La doncella de hierro,  se trataba de un dispositivo hecho de madera y latón pero sin pinchos,  no dañaba el cuerpo y era utilizado simplemente como una especie de castigo público para cazadores furtivos y prostitutas. Éstos, estaban obligados a llevarlo en público durante cierto tiempo, para que se avergonzasen del mal que habían cometido y con el objetivo de que  por fin escarmentaran y no lo volvieran a hacer.  

  
El collar de pesos.  El condenado debía llevar consigo pesadas cargas durante largo tiempo, semanas, meses, años o incluso toda la vida... Pero al final, la víctima sufría un mortal esfuerzo,. La abrasión del cuello, la infección de la herida causada por el collar y la gangrena le llevaban al óbito. 


El desgarrador de senos, uuffff... Como véis, este es un instrumento con forma de tenaza que acaba en cuatro puntas afiladas. Ya era utilizado en tiempos del Imperio Romano... La tortura consistía en aplicar las cuatro puntas (al rojo vivo o frías) sobre los pechos de las mujeres para desgarrárselos. Un caso famoso fue el de una bruja acusada en Alemania en el año 1600. Esta mujer fue torturada con estas tenazas espantosas y después despellejada viva.  Sus inquisidores ordenaron a los verdugos que le seccionaran los pechos, para dárselos a comer a sus hijos, ya mayores, que no pudieron negarse a semejante atrocidad.

El empalamiento era un método de ejecución, donde la víctima era atravesada literalmente por una estaca cruzando su cuerpo desde el recto o la vagina hasta salir por la boca.


La gota china, consistía en inmovilizar al reo tumbado boca arriba, de modo que le cayera sobre la frente una gota de agua fría. Después de unas horas, el goteo le provocaba daños en la piel, heridas. Pero la mayor tortura era que debido a la constante caída de las gotas y no poder dormir, la víctima entraba en un estado de ansiedad y enajenación mental que le conducía a morir de un paro cardiaco.  

El garrote o garrote vil... Consistía en un collar de hierro que, por medio de un tornillo, con una bola al final, retrocedía produciendo la muerte al condenado por la dislocación de la apófisis de la vértebra axis sobre el atlas en la columna cervical. Este método que deriva del sistema de leyes del medievo, desgraciadamente en nuestro maravilloso país, estuvo vigente desde el año 1820 hasta la abolición de la pena de muerte en la Constitución del 78.


La jaula colgante, era donde se metía a la persona desnuda o semidesnuda para dejarla morir de inanición  o frío. Solía estar hecha de madera o de metal y se utilizaba para exponer al culpable a la vista de todos como escarmiento moral. Principalmente se dio en algunas ciudades Europeas como en Mantua, Münster o Venecia y hasta el siglo XVIII era muy habitual encontrarlas adosadas al exterior de edificios municipales, de palacios ducales o de justicia.   


La rueda para despedazar (después de la horca) era el instrumento de ejecución más común de la Europa germánica. Se utilizó desde la Baja Edad Media hasta la primera mitad del siglo XVIII. La víctima, totalmente desnuda, con los miembros estirados al máximo y atados a estacas o en su defecto a anillas de hierro, era puesta boca arriba sobre el suelo del patíbulo. El verdugo le asestaba varios golpes fuertes con la rueda de borde herrado, machando así los huesos y las articulaciones de la persona. Un cronista anónimo de origen alemán explica en un documento escrito con sus propias palabras... "el hereje torturado se transforma en una especie de gran títere aullante retorciéndose como un pulpo gigante de cuatro tentáculos, entre arroyuelos de sangre, carne cruda, viscosa y amorfa mezclada con astillas de huesos rotos" Este era uno de los castigos más agónicos y largos. Y también con más versiones en la forma de despedazar cuerpos humanos.




La sierra, para mí es de las torturas más espeluznantes... Sus mártires son abundantes y observando detenidamente el dibujo, tampoco hay mucho que explicar... Una curiosidad es que debido a la posición invertida del prisionero, era suficiente la oxigenación para el cerebro y esto impedía la pérdida general de sangre y por lo tanto, la víctima no perdía el conocimiento hasta que la sierra le alcanzaba el ombligo...


Las uñas de gato o garra de gato, para que os hagáis una idea es el típico rastrillo de jardinero. Sus puntas afiladas servían para arrancar a tiras la carne de las personas que eran sometidas a este castigo totalmente desnudas, colgadas por las muñecas, suspendidos sus cuerpos en el aire.

Por último, la pera, como su nombre indica, era un instrumento en forma de pera que se introducía por el ano (en el caso de los hombres juzgados por su homosexualidad), en la vagina (en el caso de las brujas acusadas de haber mantenido relaciones sexuales con el Demonio) o en la boca.  Una vez dentro de una de estas tres cavidades, comenzaba a abrirse gracias a un mecanismo giratorio. Por la boca, destrozaba la traquea,  por la vagina el útero y por el ano el recto.

Atrás me quedan otros instrumentos de tortura de la Inquisición tales como "la cuna de Judas",  "los grilletes", "el potro", "el borceguí", "la cigüeña", "la cuerda", "la flauta del alborotador",  "el péndulo", "la picota en tonel", "el babero de hierro", "el toro de Falaris", "la horquilla del hereje", "la bota de hierro",  "el taburete de sumersión", "la máscara" o "la guillotina"...





8 comentarios:

  1. Mañana la última parte, mucho más amable por cierto jejejeje...

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  2. ¿Pero a donde llegaba la maldad de esta gente? ¿Como se puede ser tan sadico? Algunos los conocía, pero a la mayoría no y me he quedado torcido. que desagradable.

    Espero ansioso esa tercera parte :)

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  3. Anónimo5.10.10

    Joer Ra qué mal cuerpo me ha quedado. Si es que yo aborrezco a la iglesia católica por algo, por ejemplo por esto.
    Un besitooo :**

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  4. ¿Qué tiene que existir dentro del cerebro de esa clase de agente para que no exista ni un asomo de compasión y , en cambio, una crueldad sin límite? Seguramente pensaban, cada uno en su religión, que serían premiados con las dichas eternas.

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  5. No sé chic@s, a mí se me hizo muy difícil hacer esta parte, porque tampoco me cabe en la cabeza tanta maldad.

    Otra de las cosas que me parece atroz es pensar en esos psicópatas que tuvieron la brillante idea de crear o inventar semejantes artefactos... Me pone los pelos de punta...

    Y yo me pregunto, ¿Si tan "hombres de fe" se creían y uno de los diez mandamientos dice "no matarás", por qué ellos se permitían el lujo de hacerlo? ¿Quién era entonces más adorador del mal, las brujas o el clero?...

    Muchos besos :)

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  6. Anónimo6.10.10

    En las jornadas medievales de donde vivo, un año hicieron en el castillo una exposición de algunos de estos aparatejos indeseables y la verdad los pelos como escarpias se ponían, hoy nos gusta mucho recrear esos momentos de mercados, actuaciones en la calle....pero que terror vivir en aquellos tiempos....un saludo. spes.

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  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  8. Totalmente de acuerdo contigo spes. Reconozco que la Edad Media es una época que me apasiona mucho, pero sin duda vivir aquellos tiempos debió de ser una dura odisea.

    Un besoo :)

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