Christian Shaw era una niña de once años, hija de John Shaw, el terrateniente de Bargarran (Escocia). Cierto día la pequeña presenció como una de las sirvientas, Catherine Campbell, robaba un cuenco de barro lleno leche. Inmediatamente, la niña informó de lo ocurrido a su madre y ésta tomó las medidas pertinentes al respecto. La sirvienta, al enterarse de que Christian la había descubierto ante los señores de la casa, la maldijo más de cien veces deseándole que el Diablo poseyera su alma.—¡Maldita mocosa, ojalá la coman los demonios por dentro y que Satanás se apodere de su miserable alma!
Pasaron cuatro días desde entonces cuando la pequeña Christian se encontró con la anciana Agnes Naismith, una mujer con fama de hechicera, que la miró con desprecio a la vez que pronunció unas extrañas palabras. La niña le echó la lengua y salió corriendo, ajena a lo que se le avecinaba.
El 22 de agosto de 1696 Christian cayó muy enferma repentinamente, comenzó a sufrir extraños ataques que, a ratos, la dejaban ciega, sorda y muda. Un cuerpo inerte, muerto y débil, que súbitamente comenzaba a contorsionarse y doblarse hacia atrás, de manera que sólo la cabeza y los pies tocaban el suelo, cual palo a punto de tronzar. Levitaba sobre su lecho, volaba por los corredores de la casa y hablaba con espíritus del más allá o demonios que sólo ella podía ver. Causaba auténtico pavor observar como, de repente, era arrojada con violencia contra las paredes de su estancia por una gran fuerza poderosa e invisible. Padecía horribles dolores en diferentes partes de su cuerpo y su piel se cubrió de multitud de cortes, mordiscos y arañazos que parecían desgarrarla desde el interior. Pero lo más aterrador, para todos cuantos fueron testigos de estos hechos, era verla vomitar cabellos humanos, paja doblada, heno con estiércol, plumas, trozos de carbón, alfileres y huesos.
Tras ocho semanas de horror e incertidumbre, los padres de Christian, desesperados y asustados ante tan terrible situación, llevaron a su hija para que la viera un prestigioso médico de la ciudad de Glasgow llamado Matthew Brisbane. Pero el doctor no pudo determinar cual era la enfermedad que sufría la niña, ni encontrar la causa, ni una explicación, más o menos coherente, para aquellos síntomas tan espantosos.
Una noche de delirios y alucinaciones, la niña tuvo una revelación que sorprendió a los allí presentes, identificó, dando nombres, hasta veintiséis personas a las que acusó de practicar la brujería. Hombres y mujeres de los alrededores que se reunían en clandestinidad, para celebrar aquelarres y adorar a Satanás.
Tanto la familia de la niña como el párroco local llegaron a la determinación de que debía de estar poseída y atormentada por las brujas. John Shaw recurrió a las autoridades para que arrestasen a las veintiséis personas que su hija había identificado. Con reticencia, los ministros accedieron para apresar a aquellas personas, y con cada detención fueron cesando las torturas y padecimientos la pequeña Christian.
Marzo de 1697
Los juicios dieron comienzo y la gran mayoría de los apresados quedaron en libertad por falta de pruebas concluyentes. Pero siete de ellos, entre los que se encontraban la sirvienta Catherine Campbell y la anciana Agnes Naismith, bautizadas como las brujas de Paisley; fueron condenados a muerte.
El 10 de junio se ejecutaron a todos y Agnes Naismith maldijo a los presentes y a sus descendientes. Pero curiosamente los tormentos de Christian Shaw desaparecieron para siempre y cuando creció se convirtió en una exitosa mujer de negocios, productora de hilos.
Tras ocho semanas de horror e incertidumbre, los padres de Christian, desesperados y asustados ante tan terrible situación, llevaron a su hija para que la viera un prestigioso médico de la ciudad de Glasgow llamado Matthew Brisbane. Pero el doctor no pudo determinar cual era la enfermedad que sufría la niña, ni encontrar la causa, ni una explicación, más o menos coherente, para aquellos síntomas tan espantosos.
Una noche de delirios y alucinaciones, la niña tuvo una revelación que sorprendió a los allí presentes, identificó, dando nombres, hasta veintiséis personas a las que acusó de practicar la brujería. Hombres y mujeres de los alrededores que se reunían en clandestinidad, para celebrar aquelarres y adorar a Satanás.
Tanto la familia de la niña como el párroco local llegaron a la determinación de que debía de estar poseída y atormentada por las brujas. John Shaw recurrió a las autoridades para que arrestasen a las veintiséis personas que su hija había identificado. Con reticencia, los ministros accedieron para apresar a aquellas personas, y con cada detención fueron cesando las torturas y padecimientos la pequeña Christian.
Marzo de 1697
Los juicios dieron comienzo y la gran mayoría de los apresados quedaron en libertad por falta de pruebas concluyentes. Pero siete de ellos, entre los que se encontraban la sirvienta Catherine Campbell y la anciana Agnes Naismith, bautizadas como las brujas de Paisley; fueron condenados a muerte.
El 10 de junio se ejecutaron a todos y Agnes Naismith maldijo a los presentes y a sus descendientes. Pero curiosamente los tormentos de Christian Shaw desaparecieron para siempre y cuando creció se convirtió en una exitosa mujer de negocios, productora de hilos.
Los restos mortales de las brujas y brujos de Paisley fueron enterrados en un cruce conocido como "Maxwelton Cross", lugar que aún es visible en la actualidad.
Madre mía... Cualquiera diría que Satanás es tan malo, a esta niña al menos le permitió vivir XD
ResponderEliminarMe ha sorprendido que exista una placa recordatoria del lugar donde enterraron a tantos brujos...
.Estelle.
Pues que quieres que te diga, la niña se lo ganó a pulso, que tenía muy mala baba. Yo le tengo mucho respeto a las brujas y a todas estas cosas, pese a que no creo que haya un Dios (si no hay Dios no hay Demonio), no se, se leen tantos casos, como la de Expediente Warren creo que se dice, que resulta que fueron ciertas, que ya no sabes que creer! Me ha gustado mucho la historia :D
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