Los cementerios son lugares tranquilos, de culto y respeto, porque en ellos yacen los cuerpos de las almas humanas que han abandonado este mundo para viajar al Más Allá. Nunca me han producido terror, ni inquietud, más bien todo lo contrario, paz y tranquilidad. Soy de las que piensa que cuanto antes asumamos cual es nuestro destino final, más felices viviremos el tiempo que nos queda, por eso no me importa pasear entre tumbas. Pero no todos los cementerios son iguales, los hay demasiado hermosos y dignos de ser visitados por su alto nivel histórico-arquitectónico, como el Highgate de Londres o el Père-Lachaise de París.
El Cementerio de San Amaro en A Coruña (Galicia) fue inaugurado en el año 1813 tras la prohibición por Ley de los entierros en el interior de las iglesias y su entorno. Emplazado en un lugar privilegiado, frente al océano Atlántico, es uno de los más antiguos e importantes de toda Galicia, donde convergen símbolos religiosos y paganos, además de diferentes estilos como el neoclásico, el gótico o el modernista.
Militares alemanes del III Reich fueron enterrados en este camposanto tras el hundimiento de su submarino el U-966 en Estaca de Bares. Se dice que todavía se conserva una pequeña esvástica oculta tras un bloque de nichos, único resto del mausoleo Nazi que se inauguró en 1944 en el departamento civil del cementerio y que llegó a contar con 16 sepulturas. En 1982 los restos mortuorios de estos militares fueron trasladados al cementerio alemán de Cuacos (Cuenca) y el mausoleo quedó abandonado, siendo demolido posteriormente.
San Amaro está dividido en tres zonas: la religiosa, la civil y la británica, ésta última privada y cerrada al público.
Se cree que bajo la capilla del cementerio están enterrados centenares de víctimas de una epidemia de cólera que diezmó la ciudad de A Coruña en el año 1854. Además en él descansan caídos en la Guerra Civil y los restos de más de 200 personajes ilustres como por ejemplo: Manuel Murguía, Curros Enríquez, Eduardo Pondal, Wenceslao Fernández Flórez, Barrie de la Maza o Juana de la Vega.
Una historia curiosa es la del niño héroe Juan Darriba Fernández, que falleció el 9 de Agosto de 1896 tras intentar salvar a Josefa Fernández de morir ahogada en la Playa del Orzan, pero el ataque de histeria que le entró a la mujer acabó hundiendo al pequeño, y aunque otro hombre nadó desde la orilla y logró sacarlos a los dos, el niño, de sólo once años, ya estaba muerto. El Ayuntamiento concedió perpetuidad a la sepultura de este niño tan valiente y a pesar de que ya han pasado más de 100 años de este suceso, como si del primer día se tratara, la tumba de Juan Darriba Fernández sigue teniendo flores frescas cada semana, al parecer depositadas por familiares descendientes de aquella mujer por la que arriesgó su vida.
Lo que se aprende contigo, Kela. Un beso, que estés muy bien. Y a ver cuándo metes más relatos tuyos.
ResponderEliminarUna entrada fascinante y misteriosa. Hay muchas historias y leyendas que se pueden conocer caminando entre las lápidas.
ResponderEliminarConozco muy poca historia de Galicia... Me parece interesante lo del cementerio, no tenía ni idea, y comparto tu opinión acerca de visitarlos y nuestro final en la vida, no hay que horrorizarse y disfrutar al máximo. Yo visito poco el cementerio de mi ciudad porque me queda muy lejos de casa, pero cuando mi abuelo murió hace años, sí que lo visitaba mucho y me daba largos paseos por allí. Me llamaba la atención ver sepulturas de gente tan joven, incluso de niños... Pero hay de todo obviamente. Lo que más me gusta de los cementerios son las esculturas de algunas sepulturas y los panteones, son dignos de admirar. En el cementerio de aquí hay también una zona civil donde yacen algunos cuerpos de militares de la Guerra Civil. Se diferencian perfectamente del resto y tienen un lugar destacado.
ResponderEliminarQué valiente el niño, y qué agradecidos los descendientes de la señora, que a pesar de los años siguen visitándole y llevándole flores...
.Estelle.
Me ha encantado. Genial. Le acabo de leer esto a una tía de 87 años y le ha fascinado y a mi también. Gracias.
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