Me desperezo, bostezo mimosa, me arrullo entre las sábanas revueltas, busco la manta palpando con mi mano juguetona y en cuanto la agarro, tiro de ella fuerte y hacia arriba para taparme hasta la cabeza. Me escondo. Se está tan bien en la cama, tan calentito… pienso… Pero al cabo de un rato, me doy cuenta de que no puedo dormir más. Un día tan hermoso como el de hoy me llama, clama potente a todos mis sentidos, me estimula y hace que pegue un brinco alocado de mi lecho. Amontonada en un moñigo, cae hacia un lado toda la ropa de cama…
La niña todavía duerme, la beso dulcemente en la mejilla y la arropo con cuidado…
En la cocina, hace fresco, cojo un vaso de duralex del escurridor para llenarlo de leche fría, entera y de botella, pasteurizada me gusta más. A la leche le añado una cucharada rasa de cacao, no me agrada que esté muy dulce… Me la bebo casi de un trago, entra sola; pasé un calor asfixiante durmiendo, tenía sed, demasiado vodka con limón anoche. Se limpia mi sangre…
Camino descalza sobre las frías baldosas de más de cuarto de siglo, perdiéndome por el largo y angosto pasillo, mientras me piso los camales del pantalón con los talones, me queda grande y se me cae dejando entrever los marcados huesos de mis caderas. Mi cuerpo y mente necesitan una ducha urgente, me pierdo en el cuarto de baño…
Después de ducharme e hidratar mi piel, fresca y perfumada con vainilla bourbon, me visto… Unos jeans bien ajustados, que resalten mi culo, una camiseta y mis converse falsas de Inside. Me arreglo el pelo, sólo lo cepillo, me lo secaría con el secador, pero prefiero que se seque con el aire fresco de la mañana. Salgo un rato al balcón, respiro hondo. Saludo a las plantas de mi madre, ellas todavía viven. El vecino cotilla lleva con los zapatos en el alfeizar de su ventana dos meses o tres, estarán ya acartonados y oler, seguro que ya no huelen…
La Bella Durmiente se despierta. “Mamá tuve una pesadilla” me dice nada más abrir los ojos… “Mejor no me la cuentes”… le digo, últimamente cada vez que tiene una, sueña que me sucede algo malo, muy pero que muy malo…
Le preparo el desayuno y después, la aseo, la peino, tiene la melena muy larga, ondulada y casi le llega a la cintura… “Ay, ay, aaah”… “Venga Aurora que no te tiro tan fuerte, mujer”… La visto… Unos jeans bien ajustados (cuesta subírselos, ha sacado el culo de su madre), una camiseta blanca con dos ácidos amarillos, uno es un demonio y el otro un angelito. Yo me pido ser el primero y ella el segundo. Le calzo las Converse, las de ella son originales, por supuesto. Vamos iguales, más que madre e hija, parecemos hermanas…
Hoy toca paseo matutino, tenía pensado ir a lavar el coche, pero prefiero dejarlo para mañana, así llevo ya casi cuatro meses...
“Vamos a pasear al campo, al parque grande de los columpios” dice mi hija. De acuerdo, nos tumbaremos en la hierba recién cortada al lado de la ría y cogeremos margaritas y flores silvestres, le encanta…
“Mamá, mamá…” Me llama dando brincos de repente... “Mira qué flor morada más bonita”. Me acerco hasta donde se encuentra ella, que sonríe risueña sin quitar la vista del suelo.
Esa es la flor del trébol, la planta que crece a su alrededor. Pero… ¿qué es eso? “Un trébol de cuatro hojas” nos quedamos mirándolo atónitas, lo arranco y se lo enseño…
“Desde tiempos muy remotos, el trébol de cuatro hojas fue considerado uno de los mayores y más mágicos símbolos que existen y existirán para combatir el mal de ojo. Antiguamente, se creía que representaba a la mano de la Madre Naturaleza. Y sus poderes infinitos… Protectores del amor (sobre todo), de la riqueza y la salud. Para los celtas era una planta sagrada y utilizaban tanto los de tres hojas como los de cuatro, aunque este último era muy codiciado por los druidas puesto que representaba los cuatro elementos tierra, agua, aire y fuego...
En el antiguo Egipto se dotaba de un trébol de cuatro hojas a las parejas casaderas como ofrenda para que su amor perdurase eternamente…
Durante el cristianismo de la Edad Media se veía en él la representación de la Cruz.
También se creía que si lo encontraba una muchacha enamorada se casaría pronto o una soltera encontraría al amor de su vida.
Pero el Trébol de tres hojas no deja de ser mucho menos importante que el de cuatro, dado a que San Patricio, patrón de Irlanda se valió de él para explicarles la existencia de la Santa Trinidad, del evangelio que promulgó a los celtas".
“Vaya”… exclama mi niña sin apartar la vista de los demás tréboles que plagan el campo en el que estamos sentadas. La hierba acaricia la piel de nuestros pies descalzos… El día comienza perfecto…
La probabilidad de entre las posibilidades de encontrar un trébol de la buena suerte es de 1 entre 10000…
Detallada descripción de un perfecto día junto a tus seres queridos... me encanta la minuciosidad con que transcribes, a veces, tus recuerdos y pensamientos Kela...
ResponderEliminarAun tengo gasolina, así que después de almorzar continuaré ruta...
Un saludo y millas.