Una noche del mes de marzo del año 1934 una pareja discutió en mitad de la pista de un salón de baile de Chicago, el Oh Henry Ballroom posteriormente conocido como el Willowbrook Ballroom. La chica, notablemente enojada, decidió volver sola a su casa haciendo autoestop, pero desafortunadamente un automóvil la atropelló mientras caminaba por la carretera con dirección a la Avenida Archer. La joven murió en el acto, mientras que el conductor del automóvil se dio a la fuga y jamás fue encontrado. Al parecer nadie reclamó el cuerpo de la víctima y sus restos mortales fueron enterrados en el Resurrection Cemetery de Justice, Illinois (EE.UU.), bajo una lápida sin nombre junto a la tumba de su madre, María Bregovy, fallecida en 1922.
Se la conoce como
“Resurrection Mary” porque cuenta una leyenda que su espíritu vaga por los caminos del cementerio, el salón de baile Willowbrook y las carreteras cercanas, ataviada con el mismo vestido blanco y los bonitos zapatos que lucía el día en que murió.
Existen multitud de testimonios que corroboran este hecho sobrenatural, muchos de
ellos no son tan antiguos.
En el año 1976 la
llamada telefónica de un hombre a la policía alertaba de la presencia de una
joven que se había quedado encerrada en el cementerio. Cuando el agente Pat
Home acudió al lugar comprobó con su linterna que allí no había nadie y todo
parecía en absoluta calma, pero algo llamó poderosamente su atención, dos de
los barrotes de la puerta estaban inclinados y separados formando un extraño
ángulo. Se realizaron pruebas para averiguar qué podría haber sucedido y se
encontraron las huellas de unas manos pequeñas más unas marcas de quemaduras
cuya textura se parecía a la de la piel. Expertos metalúrgicos no daban crédito
a cómo alguien podía haber sido capaz de doblar el hierro de aquella manera.
Otro caso
inquietante fue el de un taxista que vio a la joven caminando sola por la carretera a altas horas de la noche, fue en 1989, el hombre se apiadó de ella y
le ofreció llevarla a su casa. Conversaban entretenidamente cuando al pasar por
delante del cementerio la chica le rogó que pisara el freno y detuviera el coche, a continuación su figura se desvaneció ante los aterrados ojos del taxista.
Pero al parecer el Resurrection Cemetery, uno de los más grandes de Norteamérica, es
un lugar muy concurrido por los espíritus de otras chicas que también
fallecieron en la zona y están enterradas allí. A Mary Miskowski, de 18 años,
la atropellaron en la Avenida Archer la noche de Halloween de 1930 cuando asistía a la fiesta del
salón de baile, disfrazada con el traje de novia de su madre. Anna Norkus, de
13 años, pereció en un fatídico accidente de tráfico ocurrido en las
inmediaciones del salón de baile Oh Henry cuando regresaba junto a su familia de
celebrar allí su cumpleaños.